Nos encontramos en la segunda quincena de confinamiento por algo que nos atañe a todos, la realidad de la presente pandemia, y ello por encima de la propia historia de cada uno.
Seguimos en camino, la vida no tiene pausa, no se consigue nada con mirar al pasado, errores y aciertos, todos concluidos; sólo nos aprovechará la mirada animosa y llena de proyectos que
saben de futuro, pues, superaremos lo angustioso de lo presente.
Estamos los cristianos agotando el camino de la Cuaresma, creo que por las circunstancias actuales nunca se vivió de forma tan profunda y tan a flor de piel, por eso el contraste será mayor con la celebración de la fiesta de la vida, la Pascua de Jesús.
Cuanto deseo que esto fuera al unísono con esta cuarentena y que también pudiéramos celebrar el fin de la presente pesadilla con la salud de los enfermos, un fuerte abrazo a los que perdieron a sus seres queridos, la continuidad de tantas actitudes positivas que salen de la gran riqueza interior del ser humano, que acalla los pocos comportamientos negativos.
El fin del camino se inicia el domingo de Ramos, invito a realizar un signo, reflejo de lo que se hará en muchas comunidades cristianas, poner ramos en los balcones y ventanas de casa.
Con tristeza, por celebrarlo solo, pero a la vez con esperanza, la Santa Misa el domingo de Ramos será a las 12 de la mañana, unidos en espíritu a toda la Comunidad parroquial.
Seguiré en contacto a través de este medio en la Semana Santa. Mi invocación a Jesucristo y a Santa María. Saludos extensivos a la comunidad parroquial de San Mamed de Zamáns.
